martes, 30 de septiembre de 2014

Razón-Sentimiento-Conocimiento

El otro día en clase, surgió un tema bastante interesante que voy a exponer aquí, con mis propias conclusiones claro.

Hablamos primero de la razón, como capacidad del ser humano para conocer la realidad que le rodea.

El acto de usar la razón, obviamente, es razonar, o racionalizar, proceso que consiste en actuar usando la razón, conforme a la realidad que tenemos delante.
Por tanto, y viendo esto, podemos sacar en claro que para razonar, o racionalizar, el hombre debe conocer la realidad, y la única manera de conocerla, es adecuarse en todo momento a ella. No podemos conocer a Mozart según las matemáticas, sin embargo, si podemos acercarnos a él si conocemos la época en que vivió, el modo de pensar de aquellos años, el tipo de música que componía y las escalas que utilizaba, etc.

La segunda parte, consistió en la moralidad, o en otros términos: el sentimiento.

La moralidad, está estrechamente ligada al comportamiento, y el comportamiento siempre está ligado a los demás, es decir, tú te comportas de una manera u otra dependiendo de con quien estés, y de en qué situación te encuentres. Por tanto, en el comportamiento humano, siempre actuamos desde un punto de adhesión con los otros. Lo más bonito que puede darse dentro de este campo, es lo que el profesor estipuló como fe, y que yo humildemente designaría como confianza. La confianza en los demás. La Fe así entendida, es fiarse del otro, y para poder llegar ha fiarte, ha de haberte dado muestras de confianza, signos que te hagan fiarte de esa persona, signos que obtienes de la realidad, por tanto, son signos que has de racionalizar, y extraer del mundo real.

Estos conocimientos que extraemos del mundo físico, real, nos llegan en forma de experiencias propias o de terceros (Desde historias que nos cuentan, hasta libros que leemos). Hay ciertos conocimientos, conocidos como certezas. Las certezas son importantes, ya que son hechos que se aceptan como validos siempre.  Son evidencias irrefutables que todo el mundo, tenga estudios o no, conoce. Leyes no convenidas, y que todo el mundo da por sentadas.

De nuestro estudio de los signos en el mundo real a través de los juicios de razón, de la racionalización, logramos extraer estas certezas.

Ahora bien, si los científicos, filólogos, matemáticos, etc. opinan sin ninguna duda, que para obtener un conocimiento puro de la realidad, hay que apartar el campo de los sentimientos, para que no enturbie nuestro conocimiento sobre el objeto ¿Cómo el ser humano, cargado con todas estas emociones, con todas estas vivencias que le condicionan, con todos estos gustos que le individualizan del resto, etc. va a poder ejercer un juicio sobre un objeto y llegar a un conocimiento puro sobre él?

Sería imposible. Quizá no en el campo de las matemáticas, o en la música, pero os equivocaríais también, ya que son los sentimientos, los que nos permiten interactuar con la realidad.
Esto es algo complicado de entender de primeras, pero fácil de explicar: Si a ti no te gustan las matemáticas, da igual que sus problemas, ecuaciones etc. sean certezas, pues no las conocerás. Tus sentimientos hacia ellas son de aburrimiento, pesadez, y te impedirán por tanto aprenderlas o llegar hasta el fondo de ellas. Por otra parte, si te gusta dibujar, son los sentimientos de atracción o de gusto los que te harán querer aprender a pintar, a retratar, a utilizar diferentes técnicas de pintura...

Es por esto que los sentimientos nos hacen no llegar a un conocimiento puro sobre las materias del mundo, pero son los que nos animan a acercarnos a ellos, y los que nos instan a indagar para obtener esas certezas.

Se que habrá muchos que no estén de acuerdo con esto, y otros muchos que piensen que es una tontería, pero pensadlo fríamente. Constantemente hacemos juicios sobre todo lo que vemos, lo que nos pasa o lo que vemos que les pasa a otros. Enjuiciamos todo lo que nos rodea, lo que tenemos que hacer y lo que no debemos llevar a cabo. Es una locura, pero para cada persona, objeto o acción a desempeñar, tenemos una predisposición u otra, unos sentimientos u otros, y justamente eso que nos hace apreciar u odiar lo que nos rodea, eso que nos aparta quizá de cosas interesantísimas y nos hace acercarnos a otras poco recomendables, es lo que nos hace ser humanos, y en última instancia, ser nosotros mismos.

Es por ello que no hay que restarle valor a los sentimientos. Los procesos que se llevan a cabo sobre personas, sobre todo en cuerpos militares, pero también en muchas otras organizaciones, como las bandas norteamericanas y sudamericanas, o con los ejércitos de niños soldado, que tienen como objetivo matar las emociones, no solo nos hace incapaces de reaccionar con los otros, de usar nuestra moralidad, de tener esa confianza en los demás, sino que nos impide ser humanos, y nos convierte en poco más que unos animales que pueden pensar. Aun así, esa gente desarrolla otro tipo de moralidad, y puede llegar a sentir afecto por sus hermanos de armas o de banda o lo que sea, pero fuera de ese grupo reducido, se pierden lo más importante la vida, y serán para siempre fotocopias los unos de los otros.

Para poner punto y final a este tema, aunque tiene mucha miga y habrá mil personas que estén en contra de lo que he dicho, comentar que disfrutéis de vuestras virtudes y vuestros defectos, que viváis la vida como siempre habéis hecho, que os acerquéis a los demás y les deis vuestra confianza, porque el mundo ya está muy deshumanizado y es nuestro deber tender puentes. En un mundo en el que la tecnología une todos los puntos del mundo, y en el que gracias a ello deberíamos tener una consciencia más global, cada vez más se tiende a la unicelularidad, al alejamiento de los demás, y no podemos permitirlo.

Así que ya sabéis, parad un momento en el camino de la vida, y mirad a los lados, ya que no estamos solos.


domingo, 28 de septiembre de 2014

El trabajo del Master

Hace poco terminé una campaña de La llamada de Cthulhu  que había creado específicamente para mis jugadores.

Tenia muchas ganas de que la jugaran, y de ver que cara se les quedaba cuando descubrieran el final.
Sin embargo, como ya tenemos un rodaje en esto de los juegos de rol, y sabemos que los jugadores no siempre caminan por el camino que les hemos marcado, decidí, por si acaso, y solo por si acaso, estudiar que caminos diferentes podrían seguir, y plantear soluciones para, en caso de que hicieran lo contrario a lo que yo esperaba, poder volver a encauzarlos sin tener que cortarles las alas.

Cual fue mi sorpresa cuando, aun habiendo pensado en todos los caminos que podían haber cogido, y habiendo escrito diferentes sucesiones de la historia, según hicieran esto o lo otro, los jod+'¡' $%//(  decidieron inventarse otra solución completamente nueva, que a mi ni se me había pasado por la cabeza, y que era completamente lógica.

Rápidamente me tocó volver a poner la rueda en funcionamiento para pensar como salir del apuro y que los jugadores pudieran volver a la historia principal.

Al final la cosa fue bien, y los jugadores, satisfechos de que sus acciones e ideas aportaran continuidad a la trama, salieron bastante contentos, y se fueron a casa con una sonrisa en la cara y con mucha menos cordura en la mente.

Pasaron miedo, se divirtieron y consiguieron resolver el misterio con sus propias ideas.

Al terminar la campaña, le mostré a mi novia, todos los entresijos y misterios que había preparados, las partes que se habían saltado, y las que no estaban y a mi me había tocado improvisar.
Al ver la campaña completa, sus palabras fueron: Somos idiotas.

yo me reí, porque en aquel momento pensaba que era más fácil y mucho más lógico llegar a las conclusiones que yo había marcado, que a las que ellos habían llegado. Pero dándole vueltas, me di cuenta de que en eso consisten los juegos de rol. Los jugadores interpretan un papel, y no deberían salirse de él. Pero al fin y al cabo, esto es un juego, y los juegos son para divertirse y pasárselo bien.

Al plantearme diferentes soluciones que yo no había contemplado, me di cuenta de que cada uno piensa de forma diferente. Todos tenían los mismos datos, pero cada uno los interpretaba de acuerdo a su personaje. Por tanto, teníamos seis soluciones, una por cada jugador, para resolver el misterio.
Cada uno siguió su hipótesis y finalmente todas les condujeron hasta el encuentro final de la trama.

Y cuando lo comprendí, supe porque me gusta tanto ser master. Es aburrido que los jugadores no interactuen, que solo tiren dados y vayan de un punto al otro del mapa recogiendo pistas, sin plantearse que puede significar esto, o a que nos conducirá esto otro.
Al meterse dentro de la piel de sus personajes, y pensar como ellos lo harían, los jugadores se introducen de lleno en la trama. Disfrutan más las alegrías de sus investigadores al encontrar otra pieza del puzle, y se plantean seriamente si enfrentarse al horror cósmico que les espera al otro lado de la habitación y que seguramente acabe con sus vidas.

Y yo, como master, aunque en un primer momento sufra esas continuas salidas de la trama principal, esos cambios de decorados y esas preguntas que ponen en serios aprietos a mis investigadores, no puedo más que agradecerles por ponérmelo difícil, por hacer que no me relaje, por buscar ese hueco en el que yo he fallado y que hará que la próxima vez trabaje más duro y por hacerme disfrutar al ver como sus pequeños van creciendo a medida que todo sigue adelante.

Ah, y también he comprendido por qué los manuales oficiales no muestran diferentes soluciones a lo que puede ocurrir ¿Si los jugadores van a hacer lo que les de la gana, podemos plantear todos los caminos que se les va a ocurrir coger?  la respuesta es: no, para eso están los guardianes, ese es su trabajo.

viernes, 26 de septiembre de 2014

Pues nada!!
Después de tres años vuelvo al ruedo. Esta vez con la intención no solo de subir mis pensamientos y reflexiones, sino también de comenzar a colgar relatos e historias que espero os gusten y disfrutéis leyendo tanto como yo escribiéndolas.
Ya sabéis, tomad un descanso en el camino de la vida y contemplad lo maravilloso que es vivir.