sábado, 27 de marzo de 2010

RELATO CORTO

pues nada ya que estoy me estreno con algo que escribi hace mucho tiempo pero que me gusto y me sigue gustando mucho, jaja, no vale opinar que es uma mierda que os conozco:


EL ANGEL SALVADOR.
Mire de nuevo a aquel tío. La bala había atravesado mi estomago y había salido, una herida limpia, mortal.
Se notaba que aquel tipo entendía del tema. Uno de los sitios en los que mas tardas en morir es el estomago, ese cabrón estaba disfrutando de lo lindo, viendo como me retorcía de dolor.
En un último intento por mantenerme firme, por no ceder, por demostrarle a ese bastardo y a mi mismo que no estaba acabado avance hacia su posición.
El hierro de su mano se ilumino, y una fracción de segundo después sentí otra punzada, esta vez en el costado.
Caí al suelo, y pude sentir como mi sangre fluía, libre, sin ningún obstáculo que la detuviera .me arrastre hasta la pared más cercana y me apoyé en ella. De nuevo pose mi vista en aquel desgraciado, y para mi sorpresa no sentí ningún tipo de odio hacia el, ni una pizca de ira o rabia. Para mi sorpresa, en ese momento solo pude sentir tristeza.
Y sin embargo, no era tristeza por saber que no podía levantarme y pegarlo dos tiros a ese tío, ni siquiera por saber que moriría allí. No sentía tristeza por haber liquidado a tantos tipos tiempo atrás, ni por haber entrado en el negocio de la droga ,el más rentable y peligroso de todos los existentes ni tan siquiera por haber desoído e ignorado a amigos y familiares que me advirtieron del peligro en innumerables ocasiones. No, esa tristeza era mas profunda todavía, y en ese momento ya se había adueñado de todo mí ser. Había conseguido absorberme, y hacerme olvidar la situación en la que me encontraba.
Pensé en mis amigos, no en esa mierda que últimamente me rondaba y me acompañaba a todos lados simulando que les importaba, no, en esos no. pensé en mis verdaderos amigos, aquellos que no pudieron seguir mi camino, o mejor dicho, que no quisieron seguirlo. Que sabían a donde me dirigía y que trataron de impedírmelo, aquellos a los que aparte de mi vida.
Pensé en mi padre y en mi madre. Siempre me apoyaron, siempre, sin excepción, nunca estaban demasiado cansados para escucharme, nunca era demasiado tarde para pasar un rato juntos. Y aun así los quite de mi vista, me sentía culpable, ahora lo se, no podía contarles lo que hacia a sus espaldas. nunca fui capaz de decirles a lo que me dedicaba , sabia que no me frenarían , que solo me aconsejarían que dejase esa vida , pero para mi eso me dolería mas que la propia muerte. Ahora se que no tendré que experimentar ese dolor.
Siento que esa tristeza ahonda mucho más en mi interior. Busca la manera de hacerme daño. Sandra, ese era su nombre. Para mi ella murió, fue abandonada y borrada de mis recuerdos hace tiempo, pero ahora descubro que eso no fue así. nunca puedes olvidar lo que mas te ha importado , aunque haya pasado el tiempo , y los recuerdos se vuelvan grises y se difuminen , es imposible .¿ donde estará ? es tarde para hacerse esa pregunta , ya no la encontrare , espero que le haya ido bien , por lo menos mejor que a mi , se lo merece , ella se merecía algo mas que un egoísta interesado en si mismo , siempre fue buena conmigo . Yo nunca supe recompensarla, ya no podre recompensarla.
Ahora me doy cuenta de que esta tristeza no parara hasta que haya acabado conmigo, no se detendrá ni un solo instante. Sabe que puede adueñarse de mí, y sabe también que no le costara ningún esfuerzo.
Es curioso, es realmente curioso que en este momento solo me venga una pregunta a la cabeza, una pregunta que no viene a cuento y que nunca me había hecho antes. Tal vez sea por la poca sangre que me queda en el cuerpo, o por la necesidad de mantener mi mente ocupada para no sentir temor a la muerte. No lo se, solo puedo pensar en esa maldita pregunta que cruza y golpea mi cabeza como si de un martillo se tratara.
¿Qué dejamos en el mundo cuando nos vamos? Es imposible que en el siglo en el que vivimos solo dejemos muerte y miseria. Es indignante que ocurran sucesos catastróficos en los que mueran millones de personas y aun más indignante que no nos afecte si no es porque nos ataña personalmente. Quizá sea nuestra mente que neutraliza esos sentimientos o que la sociedad en la que vivimos nos ha vuelto invulnerables psíquicamente, quien sabe.
Ahora me doy cuenta de que no soy tan diferente de aquel que inicio la guerra de Irak, o de aquellos que no firmaron el protocolo de Kioto. No soy distinto de aquellos que echan a familias de sus casas por no poder pagar, o de aquellos que violan a menores. No, no somos distintos.
Quizá este tío que ha acabado con mi vida no sea un asesino, quizá es un ángel bajado del cielo con la misión de acabar con la mierda de este sucio mundo. Si ese es el caso, si esto es asi, solo puedo decirte…
Gracias.

1 comentario: